Esta pintura surrealista al óleo, de 100 cm x 80 cm (alto/ancho), representa a un niño pequeño precariamente equilibrado sobre una gran esfera reflectante. El niño, visto desde atrás, lleva una falda de plumas y está coronado con un halo verde vibrante, casi neón. El fondo es un paisaje místico de etéreos acantilados rocosos envueltos en niebla bajo un cielo crepuscular. La esfera, central en la composición, refleja una imagen distorsionada de un paisaje, posiblemente una escena desértica al atardecer, lo que aumenta la cualidad onírica. Esta evocadora imagen invita a interpretaciones de inocencia, equilibrio y el viaje espiritual. Las pinceladas suaves y difuminadas crean una sensación de calma sobrenatural a pesar de la precariedad de la posición del niño. El contraste entre el halo brillante y la paleta tenue del fondo enfatiza aún más los temas espirituales.